Si alguna vez ha visitado Uganda, seguramente se habrá encontrado con vendedores ambulantes que le ofrecen un “Rolex”. Este no es el reloj de pulsera brillante con un precio de $10,000. ¡Más bien, es un alimento sabroso que se vende por tan solo 50 centavos cada uno! Los lugareños no solo le venden comida, sino que sonríen alegremente cuando descubren que está probando algo nuevo por primera vez. La etimología de la palabra “rolex” proviene de huevos enrollados; es decir, una tortilla con repollo, tomate y cebolla enrollada dentro de un chapati o pan plano sin levadura. El chapati fue traído al este de África desde el oeste de la India, y de ahí nació la consiguiente adaptación de Uganda, inicialmente en la ciudad de Busoga. Dado que era una opción de comida asequible, se hizo popular entre los estudiantes universitarios de Kampala, y se extendió hasta convertirse en una parte importante de la cultura gastronómica de Uganda. Se ha vuelto en un elemento tan básico que ahora se celebra anualmente un "Festival Rolex" nacional.

Pero los ugandeses no solo están entusiasmados con su cocina. Algo aún más grande ocurre cada año en Uganda, el 3 de junio, en Namugongo. Millones se reúnen para celebrar la fiesta de los mártires de Uganda, que derramaron su sangre por vivir la fe cristiana a finales del siglo XIX. Es parte de una peregrinación sagrada a un lugar sacro que honra vidas también sagradas. Inicie una conversación con un cristiano ugandés sobre sus santos mártires y se encontrará con la misma mirada de orgullo que uno podría captar cuando le entregan un Rolex.

El Santuario de Namugongo es el sitio donde San Carlos Lwanga y 12 compañeros fueron quemados vivos por orden del Rey Mwanga, por no renunciar a su fe y ceder a sus demandas inmorales. Un total de 22 católicos y 23 anglicanos fueron martirizados. El cristianismo era relativamente nuevo en esta parte del mundo en ese entonces, y los esfuerzos del rey para tanto reprimir como eliminar el pequeño pero creciente movimiento cristiano fueron brutales. Pero la historia demostraría que sus esfuerzos resultaron contraproducentes, ya que el catolicismo es ahora la mayor confesión en Uganda, y la gente de esta tierra siente gran reverencia y orgullo por estos jóvenes que perdieron la vida por Cristo.

En 1964 fueron canonizados por el Papa Pablo VI. El testimonio de aquellos 22 adolescentes que murieron por la fe todavía da frutos hoy. Los ugandeses están tan orgullosos de enseñarle acerca de sus santos mártires como de entregarle un Rolex. Y ambos son dignos de su orgullo.