¿Qué digo cuando alguien me pregunta ‘Por qué eres católico?’
Imagínate esto: Un amigo, compañero de clase o de equipo te pregunta: ¿por qué eres católico? Tienes 30 segundos para dar una respuesta. ¿Qué respondes? Tal vez pienses, porque mi madre quiere que lo sea, o porque mi familia es católica, o porque tiene sentido. Tal vez describas cómo has visto a Dios obrar en tu vida o cómo te gusta aprender sobre los santos y recibir a Cristo en la Eucaristía semanalmente. No importa dónde estés con tu fe en este momento, Dios te está llamando a que honesta e intencionalmente tengas una respuesta a la pregunta fundamental:
¿Por qué eres católico?
Imagínate esto: Un amigo, compañero de clase o de equipo te pregunta: ¿por qué eres católico? Tienes 30 segundos para dar una respuesta. ¿Qué respondes? Tal vez pienses, porque mi madre quiere que lo sea, o porque mi familia es católica, o porque tiene sentido. Tal vez describas cómo has visto a Dios obrar en tu vida o cómo te gusta aprender sobre los santos y recibir a Cristo en la Eucaristía semanalmente. No importa dónde estés con tu fe en este momento, Dios te está llamando a que honesta e intencionalmente tengas una respuesta a la pregunta fundamental:
¿Por qué eres católico?
Tu esperanza
En su primera carta, San Pedro dice: “Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen”.
(1 Pd 3, 15) Cuando pensamos por qué somos católicos, podemos empezar con esta sencilla pregunta: “¿Dónde está mi esperanza?” ¿Crees que al final las cosas irán bien? ¿Confías en que tu sufrimiento importa o en que a Dios le importa? Estas preguntas personales son clave para saber por qué esperamos y confiamos en Cristo como católicos. También pueden revelar áreas de duda y miedo que podemos llevar a la oración, reflexión y estudio. Dar un testimonio de fe significativo implica conocer nuestras experiencias de sufrimiento, alegrías, esperanza y temores, así como ser capaces de invitar a Dios a participar en ellas cuando las compartimos con quienes nos rodean.
Tu historia
Al dar razones para nuestra esperanza, podemos recordar que no necesitamos una historia perfecta o una vida dichosa. A veces, el mejor testimonio es el de la lucha, pero con una fe continua incluso cuando no tenemos todas las respuestas. En su exhortación apostólica, Evangelii Nuntiandi, San Pablo VI, dijo que “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan … o si [los] escuchan … es porque dan testimonio” (#41). En esto, se nos recuerda que podemos simplemente dar a los pueblos una visión de nuestras vidas y nuestra fe. Puede implicar compartir nuestras luchas con la escuela, la autocomparación y quizás la soledad, también dónde encontramos consuelo a través de Dios en los lugares oscuros de nuestras vidas. Tal vez esto signifique compartir que hemos sido católicos a veces, “sólo porque nuestra madre lo dijo”, pero que también hemos encontrado personalmente tanto a Cristo como a su Iglesia en medio del pecado, la imperfección, la sanación y la esperanza.
En la próxima columna, seguiremos hablando de más “razones para nuestra esperanza” y de las formas en que podemos dar testimonio de nuestra fe de una manera sencilla pero profunda.
Adam Cross es un terapeuta matrimonial y familiar licenciado en California, y trabajó como ministro de la juventud en su parroquia local durante 8 años. A Adam le encanta integrar la fe católica en su práctica terapéutica.