| Por Cindy Reyna | Columnista Invitada

La formación diaconal es un viaje de fe

“Siempre recuerden esto: la vida es un viaje, es un camino, un viaje para conocer a Jesús. Al final, y para siempre” - Papa Francisco, diciembre 1ero. de 2013

La formación diaconal es un viaje magnifico para los hombres y sus esposas. Fue una de las mejores cosas que mi esposo y yo hicimos como pareja. Tras su ordenación, voluntariamente lo ofrecí en servicio de la iglesia. Aunque la formación diaconal se enfoca primariamente en los hombres que pueden ser ordenados algún día, se requiere a las esposas que asistan a ciertas clases cada año y que provean de un consentimiento anual para la participación de sus esposos en la formación diaconal.

Cuando mi esposo inició la formación diaconal, inicialmente pensé que solo se trataba de hombres discerniendo el llamado a servir a Dios y a su iglesia. No me di cuenta del enorme impacto que tendría en mí. En la formación diaconal, encontré a Cristo, gané un entendimiento más profundo de mi identidad como hija amada de Dios, y di la bienvenida a mi llamado bautismal de servicio. Mientras que caminé con mi esposo en la formación diaconal, Dios transformó mi corazón. Descubrí que la transformación y el crecimiento espiritual requerían vulnerabilidad y humildad para abrir y rendir mi corazón ante Dios.

Muchos de nosotros, cuando comenzamos un viaje, nos enfocamos en lo que necesitamos para el mismo y empacamos una abundancia de cosas. Ese no es el caso de un viaje a través de la formación diaconal. Este se trata de aligerar tu carga, desempacar lo que vas cargando, permitiendo que Dios te llene. Como dice San Juan de la Cruz, “Dios no cabe en un corazón ocupado”.

Los hombres en la formación diaconal deben discernir la voluntad de Dios para sus vidas, de manera que puedan convertirse más plenamente en quien Dios los llama a ser. Se anima a sus esposas a que hagan lo mismo. Al discernir continuamente la voluntad de Dios para nosotros, nos cercioramos de estar en el camino correcto y permanecer receptivos a las gracias que Dios tiene para nosotros en cualquiera de los pasos que tomamos con Dios a nuestro lado.

Mi esposo y yo hemos sido bendecidos de caminar dos rutas peregrinas del Camino de Santiago en España. Durante estas caminatas, nos esforzamos en permanecer en el camino correcto siguiendo las flechas amarillas y las conchas de mar que marcan las rutas y estuvimos agradecidos por las gracias que Dios compartió con nosotros cada día. Los peregrinajes no fueron fáciles, pero fueron espiritualmente inspiradores y valieron la pena de manera increíble. Esto es lo que también encontramos en el viaje de formación diaconal. Fue mi mayor alegría y bendición haber apoyado la formación diaconal de mi esposo y haber compartido la experiencia con la clase diaconal de 2019.

Para aquellos considerando embarcarse en el viaje de la formación diaconal, los animo a abrir su corazón a Dios y a esforzarse por ser la persona que Dios los llama a ser. Dios les dará la fuerza que necesitan para su viaje. Él los está esperando con los brazos abiertos.  


LA DIÓCESIS DE AUSTIN ACEPTAR Á APLICACIONES PAR LA CLASE DIACONAL DE 2031 A PARTIR DEL 1 DE DICIEMBRE.

La Oficina de Ministerio Diaconal ofrecerá sesiones informativas para aquellos hombres y sus esposas interesados en aprender más sobre el diaconado. Para más información y para registrarse a una de esas sesiones, visite www.austindiocese.org/information-sessions.


Cindy Reyna está casada con el Diácono Rod Reyna, que fue ordenado en 2019. Ellos sirven en St. Elizabeth Parish en Pflugerville.

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