Share this story


 | Por Chris Bartlett | Columnista Invitado

Trayendo las lecciones aprendidas durante la pandemia a nuestra nueva normalidad

La pandemia trastornó casi cada aspecto de la vida durante los recientes años pasados. La mayoría de las parroquias continúan luchando para volver a sus niveles previos a la pandemia de participación y donación. Pero, ¿debe esa ser nuestra meta? Parece claro que las cosas no van a volver a ser lo que eran. Estamos viviendo una nueva normalidad y eso requiere que miremos con ojos nuevos el ministerio al que Dios nos llama hoy, no solo como iglesia sino como discípulos.

Mientras que muchos de los efectos de la pandemia sobre el ministerio justifican un duelo, esta crisis también nos da oportunidades para mejorar nuestra estrategia evangélica para cubrir las necesidades encontradas en la nueva normalidad.

Un enfoque renovado en la iglesia doméstica

San Juan XXIII dijo, “la familia es la primera y  esencial célula de la sociedad humana”. La pandemia creó un espacio en el que la familia era la única iglesia que muchos pudieron experimentar por un tiempo y retó a las familias a navegar la liturgia en casa, transmitida en vivo. Este cambio fue un reto ya que por años, muchas familias veían a los programas parroquiales como un medio hacia los sacramentos o como una experiencia de formación a la cual llevar a sus miembros, en lugar de algo asociado a su papel en la construcción de una iglesia doméstica.

Mientras que los ministerios innovadores crearon recursos en los que nunca antes se había pensado, el resultado más importante fue que muchos padres de familia comenzaron a darse cuenta de su papel esencial en la formación de sus hijos en la fe. En la nueva normalidad, los ministerios deben sacar provecho de esta tendencia reconociendo su papel en apoyar a la familia de una manera que construya y honre la experiencia Católica vivida que, aunque imperfecta, sucede en el hogar. Yendo hacia delante, espero que cada laico luche por fortalecer la experiencia de la fe en el hogar.

Las relaciones son indispensable

Springtide Research publicó un estudio titulado “Autoridad Relacional: el estado de la Religión & la Gente Joven”. Los resultados muestran que la autoridad relacional, construida a través del escuchar, la transparencia, la integridad, el cuidado y la habilidad, es el vehículo más poderoso para construir la fe. Aquellos que se sintieron más conectados a su fe durante los encierros fueron aquellos que estuvieron más conectados a personas cuidadosas llenas de fe, no a programas. Yendo hacia adelante, debemos inclinarnos hacia el modelo que Jesús mostró en el camino de Emaús. Ama a tu prójimo, viaja con él y entonces invítalo a la parroquia.

Flexibilidad y paciencia

Los sacramentos son vitales, pero estas celebraciones se vieron de manera diferente durante la pandemia: Había un límite en el número de miembros permitidos en confirmaciones, bodas y primeras comuniones. Los requerimientos tradicionales, como los retiros de formación, fueron adaptados, en línea, o cancelados. Muchos dicen que la iglesia se mueve muy lentamente. Sin embargo, en 2020 experimentamos una iglesia que se adaptó y respondió mientras que las parroquias con poca o ninguna tecnología transmitieron rápidamente liturgias en vivo y establecieron confesiones con servicio al automóvil. Los ministerios comenzaron a reunirse en línea o a proveer a aquellos que servían en el hogar.

También hubieron momentos en los que muchos tuvieron que esperar. Mucha paciencia fue requerida antes de que la mayoría de los Católicos pudieran recibir la Eucaristía. La adaptabilidad y la paciencia llevan el servicio en ministerio en la nueva normalidad a un lugar en el que los Católicos viajan con otros específicos a su circunstancia única, encontrando nuevos caminos o aprendiendo nuevas habilidades rápidamente. Es tiempo de reemplazar la culpa Católica con la hospitalidad Católica, poniendo un lugar en la mesa para nuestros vecinos o para nuestros miembros familiares que se han separado. Invitémoslos con gozo aún si ellos nunca responden a la invitación.

La pandemia fue un trastorno y fue dura, pero la iglesia y sus fieles se han fortalecido en nuestro set de habilidades ministeriales. Cada uno de nosotros está llamado a vivir las lecciones aprendidas de la pandemia en la nueva normalidad. Vayamos adelante como una iglesia que es vivida en el hogar, como discípulos que viajan con su prójimo y como gente que se adapta para dar la bienvenida genuinamente a todos.


Chris Bartlett es el vicepresidente de Ablaze Ministries. Vive en Round Rock con su esposa y sus seis hijos. Son parroquianos de St. William Parish en Round Rock.