La Jornada Mundial de la Juventud fue un momento emocionante para mí, y creo que para la iglesia entera, especialmente al saber que medio millón de peregrinos vinieron de todo el mundo a Portugal. Los jóvenes estaban tan emocionados de dar la bienvenida al Papa Francisco, de pasar tiempo con él y de escucharlo. Fue uno de esos momentos claves en la vida de la Iglesia en los que te sientes muy orgulloso de ser Católico y de compartir esta maravillosa experiencia con personas de todo el mundo.

El Santo Padre, quien tiene ahora 86 años y que se operó de una hernia no hace mucho tiempo, estaba lleno de energía y entusiasmo. Su movilidad era limitada –usó bastante una silla de ruedas— aún así era capaz de moverse fácilmente a través de las multitudes y la gente. Viajaba en su papa móvil, y paraba para bendecir a bebés y a gente enferma que le era llevada. Fue extraordinario verlo lleno de energía, aunque su agenda estaba llena con tantas reuniones.

El mensaje del Papa Francisco para nuestros jóvenes fue muy fuerte y los retó a no dejarse desviar por lo que el mundo valora y promete y a no tener miedo. Les dijo, “la Iglesia y el mundo necesitan como la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, Jesús les dice: “No tengan miedo”.

Él animó a los jóvenes a mantener su enfoque en Cristo por que Él llena las ansias de nuestros corazones. Fue maravilloso ver a los jóvenes interactuar con el Santo Padre y responderle con tanta alegría y admiración. Durante la Misa final, pude sentir a los jóvenes pendientes de cada una de sus palabras.

Durante la semana, tuve el privilegio de liderar dos sesiones catequéticas en español. Fue un placer para mí compartir la fe con nuestros jóvenes de España y Centro y Sudamérica. El Obispo Gary Janak, auxiliar de la Arquidiócesis de San Antonio, y yo, trabajamos juntos en estas sesiones, y fue divertido ver a los jóvenes interactuar, jugar y compartir su amor por la música y la danza. Y claro, tener la oportunidad de celebrar la Eucaristía con jóvenes de todo el mundo fue una maravillosa experiencia.

Estoy tan agradecido con la ciudad de Lisboa por su maravillosa hospitalidad a lo largo de la Jornada Mundial de la Juventud. Todos fueron tan serviciales y de apoyo para todos los peregrinos, jóvenes y viejos. Fue un honor para mí poder orar con tantas personas en Fátima, donde nuestra Santísima Madre se apareció hace más de 100 años. Mi tiempo en la Jornada Mundial de la Juventud fue verdaderamente un momento de gran fe, y fue un placer para mí ser parte de tan fructífera reunión de los fieles.

Espero y oro por que todos nuestros jóvenes tomen en serio el mensaje del Santo Padre de que Cristo los ama profundamente. Que todos pongamos nuestra confianza en Cristo, por que Él es verdaderamente la respuesta a todas nuestras necesidades y anhelos.

Para mayor información sobre la Jornada Mundial de la Juventud 2023, visite www.lisboa2023.org.