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 | Por Alfredo Afflerbach | Corresponsal

Oriundos del Centro de Texas sirven a enfermos en Belice

La pequeña nación de Belice es conocida como un campo de juego caribeño para turistas de todo el mundo. Con regularidad, los cruceros descargan multitudes de vacacionistas que exploran las ruinas mayas, bucean con snorkel, y navegan en velero y kayak en aguas cristalinas. Pero en junio pasado, cerca de 28 voluntarios, 15 de la Diócesis de Austin, visitaron Belice sin pensar en nada de eso.

El Padre Jim Chamberlain, pastor de St. Monica Parish en Cameron, y dos parroquianos de St. William Parish en Round Rock — Tino Hernandez y Eduardo Santana — lideraron este grupo de intrépidos profesionales de la salud de Estados Unidos, México y Canadá en una misión médica de misericordia.

En total, pasaron ocho sofocantes días y siete noches viviendo de acuerdo a la exhortación de Cristo de que, “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí”. (Mt 25:40)

Los voluntarios trabajaron en dos clínicas improvisadas separadas sin aire acondicionado en el calor de más de 100 grados. Trataron a alrededor de 5,600 personas, incluyendo a muchos niños.

Los dentistas extrajeron dientes con abscesos. Los farmacéuticos llenaron recetas. Los optometristas revisaron pacientes y entregaron más de 1,500 pares de lentes con prescripción, la mayoría para jóvenes. Los quiroprácticos ajustaron columnas. Y los doctores, enfermeros y especialistas revisaron la presión arterial de los pacientes, su ritmo cardiaco y niveles de glucosa buscando señales de diabetes. Un hombre herido en un accidente relacionado a su trabajo había estado esperando seis años para ver a un doctor “real”.

Todo esto lo hicieron de manera gratuita.

“Técnicamente, el país tiene cuidado médico gratuito para todos. Así que estas clínicas ya estaban ahí, pero mayoritariamente vacías por que el gobierno no tiene suficiente dinero para financiar suministros,” dijo el Padre Chamberlain. “Ya que no pueden proveer de fondos para la clínicas, las enfermeras y los doctores no pueden trabajar y se van a otros países o a lo largo de la costa donde vive la gente más rica. La mayoría del público, la gente pobre, simplemente no tiene acceso al cuidado médico”.

El viaje anual es posible a través del auspicio de St. Francis Medical Mission Inc., basado en Cedar Park. La organización sin fines de lucro ha patrocinado estas misiones a Centro y Sudamérica, desde los años 1980. Tino Hernandez, el director de la misión, ha estado organizando estas expediciones por alrededor de 30 años.

 “Es mucho trabajo. Levantarse temprano. Acostarse hasta tarde. Trabajar todo el día,” dijo Hernandez. “Hacía un calor extremo en Belice, y no tienen aire acondicionado. Pero valió la pena. Solo fueron unos días de sufrimiento para nosotros. Estas personas tienen que pasar por esto todos los días de sus vidas”.

En una mañana típica, después de un viaje en autobús de 90 minutos desde sus dormitorios, llegaban a la clínica donde cerca de 50 personas ya los esperaban haciendo fila. A lo largo del día, hombres, mujeres y niños esperaban horas para recibir tratamiento.

El Padre Chamberlain, que celebraba Misa diaria y servía como el capellán del grupo, lideró cantos grupales en las clínicas. Él estaba muy impresionado y animado por la resiliencia de los niños.

“Llevé mi ukulele, y cuando estaban en la fila esperando en el calor, les toqué algo de música e hice que los niños cantaran,” dijo el Padre Chamberlain. “Y a veces los adultos cantaban. Fue divertido. Los niños eran tan despreocupados”.

Cada día el grupo se quedó hasta que todos los que estaban en la fila fuera atendido.

“Estaba impresionado por su generosidad,” dijo el Padre Chamberlain de los voluntarios, “dando su semana entera para hacer trabajo gratuito en un país pobre, con mucho calor. Fueron tan generosos”.

Eduardo Santana, co-organizador de la misión médica, trabajó en emergencias en un hospital en Round Rock por 13 años. Por más de una década, estas misiones médicas lo han llevado a Perú, Guatemala, Nicaragua, Honduras y Puerto Rico. Reacio de ir al principio, fue reclutado con obstinación por Hernandez. Finalmente se rindió.

“Me les uní pensando que iba a ser algo de una vez. No me va a gustar. No es para mí. Pero no pasó así,” dijo Santana. “Creo que encontré a Jesús más y más, mucho, muy cerca, en esa misión. Desde entonces, digo que este es mi llamado. Esta es la razón por la que me convertí en enfermero. Para mí es un verdadero llamado el poder servir y compartir nuestros talentos con aquellos necesitados”.

St. Francis Medical Missions siempre está buscando voluntarios, no se necesita ser un profesional médico para involucrarse. Los vuelos son pagados por los voluntarios, pero el alojamiento y los alimentos son proveídos por St. Francis Medical Missions.


Para mayor información sobre St. Francis Medical Missions visite www.stfrancismedicalmission.org o envíe un correo electrónico a tinomission@gmail.com.

Miembros de la misión médica sirvieron a más de 5,600 personas en Belice. Foto cortesía de Larry Nicholson
El Padre Jim Chamberlain, pastor de St. Monica Parish en Cameron. Foto cortesia de Larry Nicholson
Eduardo Santana, a nurse and parishioner from St. William Parish in Round Rock, takes the vitals of a Belize woman. Photo courtesy of Larry Nicholson
Father Jim Chamberlain celebrated Mass and counted medicine during the mission. Photo courtesy of Larry Nicholson
Members of the medical mission team served more than 5,600 people while in Belize. Photo courtesy of Larry Nicholson

Fred Afflerbach es un escritor freelance viviendo en Cedar Park. Ha sido miembro del Consejo de los Caballeros de Colón de St. Margaret Mary Parish. Su trabajo ha sido publicado en varios diarios Texanos y ha publicado dos novelas.

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