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 | Por Nwazi Nyirenda

Previniendo el abuso con educación, apoyo y amor

Abril es el Mes de la Prevención del Abuso Infantil, un tiempo para que la comunidad reflexione sobre la importancia de trabajar juntos para prevenir todas las formas del abuso infantil y la negligencia.

Mientras me siento para preparar este artículo, las palabras de mi autora de ficción favorita, Agatha Christie, me vienen a la mente: “Una de las cosas más suertudas que te pueden pasar en la vida es, pienso, tener una infancia feliz”. Lo que me impresiona sobre esto, es la observación de Christie sobre que, una infancia feliz es una cuestión de suerte, como la lotería. Algunas personas la tendrán, y otras no. Este triste hecho puede ser cambiado a través de la educación, el apoyo y el amor.

Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) reportan que en los Estados Unidos más de 3 millones de niños son susceptibles a la violencia doméstica por parte de adultos cada año. Una de cada 4 niñas y uno de cada 13 niños experimenta abuso sexual en algún momento. De manera alarmante, 91% de este abuso es perpetrado por alguien que el niño(a) o la familia del niño(a) conoce.

En el programa de entrenamiento de Ética e Integridad en el Ministerio (EIM), “Cumpliendo Nuestro Compromiso de Sanar y Proteger,” una de las víctimas que testifica sobre su experiencia señaló que “una persona no solo deja atrás cuando crece” una experiencia negativa de su infancia tal como el abuso sexual. Mientras que el niño(a) va creciendo hacia la adultez, la adversidad del abuso, ya sea sexual, físico o emocional, resulta en consecuencias de salud físicas y emocionales aún ya entrado en la adultez, creando un problema fundamental que puede tener un impacto a largo plazo en su salud, oportunidades y bienestar. En verdad, el abuso infantil no es simplemente dejado atrás mientras que el niño(a) crece. Es por esto que es imperativo que la comunidad haga todo en su poder no sólo para prevenir el abuso infantil, sino también para promover la sanación de los(as) niños(as) que ya han sido lastimados por el abuso y por acompañarlos en su viaje de sanación hacia la adultez.

Mientras que conmemoramos 20 años desde que los Obispos Católicos de Estados Unidos, a través del Estatuto para la Protección de Niños y Jóvenes, públicamente “expresaron gran tristeza y un profundo pesar” por el abuso sexual infantil por parte de clero Católico y se comprometieron “profundamente a crear un ambiente seguro” dentro de la iglesia, demos un vistazo a los logros del programa diocesano de Ambiente Seguro, conducido a través de la oficina de EIM diocesana.

Una cultura de protección: con 236 facilitadores entrenados en la diócesis el programa de EIM entrena a adultos sobre los conceptos de las relaciones correctas y la prevención del abuso. Los adultos no solo son educados en la prevención y la interrupción del abuso infantil, sino que también son informados sobre la obligación de reportar el abuso infantil. La primera cosa que hacer es aliviar el peligro inmediato llamando al 911 o a la Línea Directa del Abuso de Texas al 1-800-252-5400. No enfrente al supuesto abusador. Para situaciones que no necesitan ser investigadas inmediatamente, use el sitio web de la Línea Directa para hacer un reporte. Para aprender más y para hacer un reporte, visite la Línea Directa del Abuso de Texas en www.txabusehotline.org. Si el abuso involucró a un ministro de la iglesia, por favor, también notifíquelo a la diócesis en este enlace www.austindiocese.org/report-to-diocese.

Haciendo cumplir un código de conducta: EIM pasa por un filtro a adultos que trabajan con menores y adultos vulnerables. Solo aquellos sacerdotes, diáconos, hombres y mujeres religiosos y adultos voluntarios que han pasado una revisión de antecedentes y han asistido a un taller de entrenamiento dentro de los últimos tres años están en cumplimiento con EIM y por lo tanto, les es permitido servir en un ministerio público. A través de este programa, más de 36,000 aplicaciones han sido recibidas y aprobadas para el ministerio en nuestra diócesis. Esos son 36,000 adultos que se han comprometido a hacerse responsables de la protección de niños(as) y jóvenes de todas las formas de abuso, por lo tanto, creando un ambiente seguro para ellos y haciendo su parte para asegurarles una infancia feliz. Para comenzar el proceso de cumplimiento, visite www.austindiocese.org/eim-status.

Promoviendo la sanación: EIM, a través del coordinador de la Asistencia a Víctimas y Consejo Pastoral (VAC por sus siglas e inglés), sirve como un primer contacto para individuos que han experimentado el abuso por parte de alguien en la iglesia. La oficina de EIM no tiene un terapista pero provee referencias y recursos para asistir con el proceso de sanación. Para mayor información sobre la sanación y el abuso, visite www.austindiocese.org/healing-abuse-prevention.

Responsabilidad: El Consejo de Revisión Diocesano, un panel mayoritariamente de profesionales laicos que aconseja al Obispo Vásquez, revisa las prácticas diocesanas, políticas y procedimientos para la implementación del Estatuto para la Protección de Niños y Jóvenes.

En el Evangelio de Lucas, Jesús llamó a los niños diciendo: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se los impidan, por que el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos”. Este abril, mientras preparamos nuestros corazones para el Señor resucitado, recordemos en oración a todos los(as) niños(as) de todas partes, para que tengan una infancia bendecida y feliz. Como dijo Nelson Mandela, “No puede haber una revelación más precisa del alma de una sociedad, que la manera en que trata a sus niños”.