Cuando en su boda prometieron ser fieles el uno al otro “en la salud y en la enfermedad”, la parte de la enfermedad incluía esa penosa “enfermedad del alma” que es el dolor.
Miembros de docenas de familias poco a poco se movieron de las gradas al centro del gimnasio donde comenzaron a lavarse mutuamente las manos, a orar juntos y a compartir sus corazones.